¿Qué hubo de extraordinario? (II)


Seguimos con este tema tan interesante y de reciente actualidad: las crecidas en el Ebro. Parece que ahora las medidas que en principio se iban a tomar -en caliente- se van disipando tras las numerosas voces críticas.

Crecida del Ebro, 2003 (fuente: www.elheraldo.es, autora E. Casas)

Mi compañero P. Sánchez me hizo llegar un documento muy interesante realizado por Foro Joven: "Ríos para vivirlos" en el que se explica qué son las crecidas, cómo se producen y las diferencias entre ellas según dónde se produzcan, haciendo especial hincapié en la Cuenca del Ebro. Además, hace un repaso fugaz al Plan Hidrológico del Ebro, la Directiva de Inundaciones y define algunas actuaciones para paliar los efectos de las crecidas y la problemática inherente a ellas.


Sin entrar a discutir si las actuaciones propuestas para esta última avenida, nos parece destacable la labor de esta asociación que lo que pretende es acercar los ríos a la población y educar en pro de la conservación estos hábitats. Cabe destacar la siguiente frase:
"Las crecidas son procesos naturales que se dan cuando hay un incremento importante y repentino de caudal en un sistema fluvial (ríos, barrancos, ramblas, etc.). Sin embargo, no todas las crecidas producen inundaciones y no todas las inundaciones provienen de crecidas fluviales". 
De ella quiero remarcar que las crecidas pueden ser también paulatinas -a la vista está la última gran crecida del Ebro-, el problema está en que en España no tenemos ríos caudalosos. Por ejemplo, el río Nilo -antes de la construcción de la presa de Asuán- se desbordaba y ello no significaba un riesgo, sino una bendición de los dioses -Osiris y Hapi- pues la crecida aportaba el material sólido necesario para fertilizar los campos. Igual que pasó en Egipto, el incremento de presiones sobre las masas de agua (incluyendo la urbanización) ha hecho que le robemos el espacio al río y que, tras un evento de crecida, se inunden las llanuras de inundación, donde actualmente residimos.

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