Antiguo Egipto y la ingeniería hidráulica (I)


El Nilo, el río más largo del mundo. ¿Cómo un blog como este no ha hablado antes de este espectacular río? Yo tampoco me lo explico, mas confesándoos que soy un devoto aficionado a la cultura egipcia, esa fascinante civilización que dominó el valle del Nilo durante más de tres mil años. Al igual que hicimos con los Nabateos, vamos a iniciar con este una serie de posts dedicados a esta fascinante civilización (aunque ya los introdujimos anteriormente), pues como descubriréis eran grandes ingenieros hidráulicos. Y habían tenido que serlo para dominar las feroces aguas de este majestuoso río.

El Nilo

Por aquel entonces el río Nilo era un río salvaje, sin domesticar (término que me gusta muy poco pero que nos encontramos actualmente en casi todos los cursos fluviales). Las lluvias en la cuenca alta -recordemos que el Antiguo Egipto se encontraba en los últimos kilómetros de su traza- provocaban la exuberancia de aquellos prados y, empleando el río como drenaje natural, acaban por desembocar en el hermoso Delta del Nilo.

Representación del Nilo (fuente: http://mx.tuhistory.com)

Este fenómeno, de ámbito anual, inundaba las riberas de la cuenca baja y fertilizaba los campos gracias a la aportación de grandes cantidades de sedimentos y nutrientes. Pocas lluvias en la cabecera ocasionaban sequías y hambruna. Lluvias copiosas, y en ocasiones demasiado generosas, convertían al río al más peligroso de los enemigos llevándose consigo chozas, arrasando campos e infraestructuras, e incluso llevándose vidas humanas (parece que nada ha cambiado por nuestras regiones). Así que los egipcios tuvieron que aprender a entender al Nilo. Pero, ¿cómo todo un país podía “controlar” las aguas del Nilo?

Los egipcios habían creado todo un misticismo, una religión politeísta para apaciguar los elementos. Encarnados en dioses, eran elementos de culto al que los egipcios rendían homenaje diariamente. El dios del Nilo era Osiris, del que hablaremos en otro post. Pero en ocasiones los dioses hacían oídos sordos, por lo que debían ser algo más pragmáticos.

El Imperio Egipcio dominaba gran parte del valle fértil, pero eran tan solo unos mil kilómetros de los casi siete mil de los que consta el río. Antes de entrar en tierras egipcias, el Nilo fluía por la salvaje Nubia (salvaje para los egipcios, claro). Puesto que solo controlaban la cuenca baja, donde apenas llovía, tuvieron que ingeniárselas para predecir con suficiente antelación si la riada iba a ser escasa, buena, excelente o catastrófica. Aquí entraba en juego el Nilómetro.

El Nilómetro

El Nilómetro era un conjunto de construcciones que servía para medir el nivel de agua, muy similar a un limnímetro. A pesar de lo que se pueda pensar, el Nilómetro no era una única construcción sino era un complejo sistema de medida compuesto por conjunto de puntos de observación. Su sofisticación fue aumentando con las necesidades y, sobre todo, con las riquezas del país (íntimamente ligadas al fenómeno que predecía).

Inundaciones en el Nilo (fuente: http://www.crystalinks.com)

Para medir el nivel de agua se emplearon, seguramente, palos en las riberas para delimitar la inundación y estacas en medio del río. Digo “seguramente” porque resulta complicado conocer cómo era un Nilómetro primigenio. Poco a poco debido a la apremiante necesidad de recordar, y por tanto predecir, si una riada había sido buena, los egipcios comenzaron a registrar los niveles y efectos de las inundaciones. Llegando hasta el punto de construir grandes estructuras, completamente ornamentadas, donde los expertos (normalmente sacerdotes) acudían a diario a “leer” el río.

El Nilómetro de Rhoda (fuente: http://tectonicablog.com)

Era tal la dependencia del río, que gran parte de la riqueza del país (por no decir toda) dependía de los productos agrícolas que éste proveía, y donde los gobernantes astutamente vieron oportunidad de negocio recaudando más impuestos cuanto mejor era la cosecha. Además, muchos de los ritos sagrados que se realizaban, así como algunas de las tumbas de los faraones, estaban íntimamente ligadas al devenir del río.

Desde la construcción de la presa de Asuán, en 1970 (tras 11 años de construcción), los problemas asociados a la falta de agua, o la abundancia de la misma, fueron controlados. Sin embargo, la ruptura de la dinámica sedimentaria de la cuenca ocasionará, muy posiblemente, problemas en el Delta del Nilo (así lo constatamos en su homólogo español con el río Ebro).

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