Grandes riadas (V): Tortosa 1907


Queremos volver a retomar la saga de Grandes riadas con el evento acaecido hace más de una centuria. Se trata de las inundaciones en la localidad de Tortosa por el desbordamiento del río Ebro.

Corría el otoño de 1907, el río Ebro transcurría "libre" en casi toda su longitud y permitía el fluir de las aguas desde su nacimiento -lugar no exento de polémica- hasta su desembocadura, el Delta del Ebro (del que hablamos aquí), sin apenas interrupción.

Las fuertes precipitaciones de los días 21, 22 y 23 hicieron crecer el caudal de los ríos catalanes, y del Ebro, de manera muy extraordinaria hasta ocasionar grandes destrozos. Así lo constatan las crónicas de la época.

El Ebro desbordado en Tortosa (fuente: Ilustració Catalana)

A inicios de siglo la escasa regulación hídrica de la cuenca hacía más vulnerables frente inundaciones a todas las tierras colindantes con el río. El "escaso" aprovechamiento de las tierras ribereñas y la reducida población -en comparación con la actual- hizo que la catástrofe fuese menor. Aún así, resultó de gran importancia. 

En el Azud de Xerta se registraron las alturas máximas diarias. Mediante la curva del gasto (concepto que trataremos en otro post) se pudo obtener, de manera aproximada, el caudal circulante por el río. Como se puede observar en las imágenes siguientes, el caudal del río Ebro oscilaba entorno a los 600 m3/s durante los primeros días de octubre. A mediados de mes el caudal se incrementó hasta los 3000 m3/s. Y finalmente hacia finales se estimaron caudales por encima de los 20000 m3/s.

Registro de caudales (fuente: Revista de Obras Públicas)

Fueron 4 días horribles, sobre todo el 23. No solo el caudal era alto, las velocidades del agua tampoco eran despreciables, y a las cuales se debe añadir los diversos cursos torrenciales que bajan de las sierras colindantes y que fluyen a través de la localidad. En la imagen siguiente, tomada el día 24, podemos ver que la inundación persistía. Se puede apreciar el nivel de agua que alcanzó el día anterior, un metro por encima del que se ve en la imagen (paredes "teñidas" de lodo).

La inundación en  el barrio de las Ferreríes (fuente: Ilustració Catalana)

La peculiaridad de esta inundación reside en tres factores muy importantes. El primero es que se produjo en el tramo final del río, con la consecuente aportación de agua de casi toda la cuenca (las lluvias fueron generalizadas en toda ella). En segundo lugar, el ligero ensanchamiento del valle a su paso por Tortosa, es decir, la apertura del curso en una planicie aluvial. Y finalmente, el paso del río por la cerrada natural formada por las montañas del Montsià y les Serres de Cardó - el Boix, que provoca un "efecto presa".

Una frase que me parece relata perfectamente la horrible escena que tuvieron que vivir los tortosinos es "En la madrugada del 23 el río se extendía de sierra a sierra. Desde arriba del Castell de Sant Joan se apreciaba aquel mar sin fin [...]" (traducción del texto de F. Mestre). Gracias a las modernas técnicas de simulación hidráulica podemos hacernos una idea -salvando las distancias- de la extensión de las aguas en el momento de máxima inundación.

Modelización hidráulica basada en MDTs modernos.

Lamentablemente algo que tienen en común todas las inundaciones, además de ser recurrentes y a nuestro modo de ver también persistentes, es que se olvidan pronto... En las siguientes imágenes comparamos la localidad de Tortosa de 1946 (ortofoto del vuelo americano) y la de 2015, en las que podemos comprobar que ambas márgenes han sido altamente urbanizadas.

Tortosa, 1946 (fuente: ICGC)

Tortosa, 2015 (fuente: ICGC)

Algo que a algunos puede servir de consuelo es que ahora el río está altamente regulado, es decir, que hay grandes embalses que tienen, entre otras, la función de laminar la avenidas. Y así es hasta ahora, pero cabe la posibilidad -podríamos aventurarnos a decir baja- que se produzca la rotura de alguna de las presas, o de todas de manera encadenada... El complejo Mequinenza (1.533 hm3), Riba-Roja (210 hm3) y Flix (11 hm3) va a cumplir la cincuentena de edad (Mequinenza y Flix ya lo superan), y aunque la vida útil de este tipo de obras es muy variable (emplazamiento, capacidad, altura, aterramiento de sedimentos, etc.), no cabe la menor duda que un posible fallo ocasionaría grandes desastres, incluso mayores que los producidos por la avenida de 1907...


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