De ayer a hoy (III): Plan Nacional de Obras Hidráulicas (1933)
Los esfuerzos realizados en las últimas décadas del s. XIX favorecieron la creación de gran cantidad de obras hidráulicas con las que se pretendía mejorar, básicamente, el sistema de riego. Sin embargo la regulación y planificación de todo este nuevo sistema no acabó de cuajar, de manera que todo nuevo canal o pantano tan solo se regía a criterios individuales. Forzosamente era así porque la mayor parte de las obras fueron financiadas con capital privado y sin un criterio planificador.
Contexto histórico
El territorio seguía viviendo una época convulsa. La intromisión cada vez más frecuente del ejército en la vida política y los sucesos sociales acaecidos, favorecieron la resurrección de pensamientos más liberales. Seguían habiendo intentos reformistas, pero todos ellos acabaron sin éxito. Durante la I Guerra Mundial la neutralidad favoreció a ciertos sectores económicos, siendo el tejido industrial el que más se benefició de la situación (más exportaciones). Sin embargo esta situación provocó el desabastecimiento interno.
La viñeta que inició los sucesos (Cu-Cut, 1905) |
A este descontrol ya se le había sumado la pérdida de las colonias (Cuba, Filipinas y Puerto Rico), pero lo que acabó por romper el saco fue el alzamiento en Marruecos. Tampoco agradó a los sectores más conservadores la introducción de nuevos idearios, como el comunismo y el socialismo, con la creación del Partido Comunista y la Confederación Nacional de Trabajadores. Todo ello convergió en el alzamiento de las fuerzas militares y que acabó con la dictadura del General Primo de Rivera (1923-1932), una dictadura aceptada por el monarca (Alfonso XIII) y que fue la que impulsó el primer plan hidrológico estatal.
Plan Nacional de Obras Hidráulicas (1933)
En plena dictadura del General Primo de Rivera, se modificó de forma radical el concepto de política hidráulica. Hubo una descentralización en las actuaciones, favorecida en gran parte por la creación de las Confederaciones Sindicales Hidrográficas con las que se dotaban a las grandes cuencas de un organismo que las protegía y controlaba. La función más relevante de este organismo era la formación de un plan, coordinado y metódico, de aprovechamiento general de las aguas que discurren por el cauce de los ríos comprendidos en la cuenca. Incluía entre sus competencias el conocimiento e informe de todas las solicitudes de concesión de aguas públicas de la cuenca sobre el punto concreto y su compatibilidad con las obras incluidas en el plan de aprovechamientos y la propuesta de concesión o caducidad de las que afecten a dicho plan (RD 5 de marzo de 1926).
Aun con un evidente carácter planificador, obtuvo los resultados dispares en algunas de las cuencas más importantes. Por ejemplo la del Júcar no se llevaron a cabo correctamente las reformas, aunque sí en la del Ebro con la creación de más de 100.000 hectáreas de regadío.
Manuel Lorenzo Pardo, creador del Plan Nacional de Obras Hidráulicas, confesó que las actuaciones obedecían a "estímulos locales y esfuerzos personales de ámbito local y sin relación entre ellos", lo que condicionó enormemente la política hídrica. Sin embargo, el Plan era de una visión extraordinaria y con él se pretendía afectar a casi 1.500.000 hectáreas durante 25 años de actuaciones. La gran mayoría de ellas se encontraba en el levante, con clara preferencia por las cuencas del Segura y del Júcar (de este modo se "subsanaba" el error cometido en anterior plan).
Podemos destacar dos objetivos básicos que pretendían corregir los desequilibrios existentes:
Es digno de mención que este Plan contó para su gestación y redacción con numerosos especialistas afines, todos ellos, a las materias que eran necesarias en este campo, no como en los proyectos precedentes.
En la misma época, Félix de los Ríos Martín redactó el precursor del Plan Hidrológico Nacional actual, cuyo proyecto recibió el nombre de Aprovechamiento de parte de las aguas sobrantes del Ebro en ampliar y mejorar los riegos del Levante. Como su nombre indica, pretendía acometer una serie de medidas para aprovechar el sobrante de las aguas del río Ebro para las comunidades de Cataluña, Valencia, Murcia y parte de Andalucía.
Manuel Lorenzo Pardo, creador del Plan Nacional de Obras Hidráulicas, confesó que las actuaciones obedecían a "estímulos locales y esfuerzos personales de ámbito local y sin relación entre ellos", lo que condicionó enormemente la política hídrica. Sin embargo, el Plan era de una visión extraordinaria y con él se pretendía afectar a casi 1.500.000 hectáreas durante 25 años de actuaciones. La gran mayoría de ellas se encontraba en el levante, con clara preferencia por las cuencas del Segura y del Júcar (de este modo se "subsanaba" el error cometido en anterior plan).
Podemos destacar dos objetivos básicos que pretendían corregir los desequilibrios existentes:
- El hidrográfico, entre las vertientes Atlántica y Mediterránea.
- El económico, muy ligado al anterior por la gran productividad de las zonas con menor cantidad de agua.
Es digno de mención que este Plan contó para su gestación y redacción con numerosos especialistas afines, todos ellos, a las materias que eran necesarias en este campo, no como en los proyectos precedentes.
En la misma época, Félix de los Ríos Martín redactó el precursor del Plan Hidrológico Nacional actual, cuyo proyecto recibió el nombre de Aprovechamiento de parte de las aguas sobrantes del Ebro en ampliar y mejorar los riegos del Levante. Como su nombre indica, pretendía acometer una serie de medidas para aprovechar el sobrante de las aguas del río Ebro para las comunidades de Cataluña, Valencia, Murcia y parte de Andalucía.
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Posts de esta saga son:
- De ayer a hoy (I): agua y país
- De ayer a hoy (II): Plan Gasset (1902)
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