Del río a la botella (I)


Estimados lectores, en el presente post vamos a tratar de exponer un tema que muy pocas veces se plantea y que poca gente es consciente del problema de trasfondo que ello conlleva: el agua embotellada.

Se trata de una rama de la gestión del agua que tuve el placer de descubrir realizando el proyecto final de carrera, y que trató sobre le gestión de los recursos hídricos en las cuencas internas de Cataluña. Aunque un análisis profundo del consumo de agua embotellada quedaba fuera del alcance del documento, lo que me motivó a seguir indagando fue una pregunta que le hice a mi tutor: ¿Qué pasaría si todos los habitantes de la Región Metropolitana de Barcelona (RMB) bebiesen 2 litros de agua embotellada al día como recomiendan? La respuesta a la misma es compleja, y posiblemente si sumásemos todas las fuentes de agua (superficiales y subterráneas) habría agua suficiente en las Cuencas Internas de Cataluña para cubrir esa demanda.

Antes de entrar en materia, para aquellos curiosos, la RMB tiene aproximadamente 5 millones de habitantes (IDESCAT, 2012), así que el consumo diario de 1 botella de 2 litros por habitante sería de 10 millones de litros al día (0.01 hm3), siendo a final de año un cómputo global de la no menospreciable cifra de 3.65 hm3. Otro dato curioso es que la RMB tiene un consumo aproximado de 115 litros/hab/día (entorno a los 220 hm3 al año), uno de los más bajos de todo el mundo.

Tan solo un gesto (fuente: desconocida)

Agua embotellada

Dentro del concepto de agua embotellada se pueden distinguir tres tipos según su procedencia:

  1. Aguas minerales naturales
  2. Aguas de manantial
  3. Aguas preparadas

Se encuentran ordenados de mayor a menor calidad del agua. Resulta destacable el hecho de que las aguas preparadas -la misma que podemos obtener abriendo el grifo- se destinen a agua embotellada. Si bien es cierto que tan solo representan el 2 % de la producción total, igual que las aguas de manantial, pero muy lejos del 96 % de las aguas minerales naturales (ANEABE, 2012), en el caso de España.

En las últimas décadas se ha disparado el consumo de agua embotellada por motivos de diversa índole. El más frecuente es el empeoramiento de la calidad del agua en los lugares de captación de "agua corriente" (la del grifo). Esto ha provocado que en menos de 10 años, la producción mundial de éste bien se haya duplicado.

¿Bebemos agua o plástico? (Fuente: Público.es)

España se sitúa en cuarta posición en cuanto a consumo de agua embotellada, con poco más de 5 mil millones de litros. Para que os hagáis una idea, eso supone unos 107 litros por habitante y año suponiendo que toda la población consumiese agua embotellada. También es sorprendente leer -y entender- como la ANAEDE nos ilustra con algunos ejemplos que el consumo es irrisorio:

Al objeto de ilustrar de forma gráfica el consumo de agua envasada en España, puede decirse que equivale al agua que se emplearía para regar 10 kilómetros cuadrados de terreno, o al agua que se evapora en un embalse con una superficie de 2 a 3,5 kilómetros cuadrados.
Otro dato de interés, es que la producción de aguas minerales representa un 0,02 % de los recursos hídricos subterráneos disponibles en nuestro país.

Personalmente me gustaría saber cómo han realizado el cálculo, pues no es lo mismo un embalse angosto de Los Pirineos que un embalse abierto de Andalucía -aparte de otros factores como el viento, la humedad y la radiación solar, no solo de la superficie- y, sobre todo, porqué no han puesto como referencia los recursos hídricos superficiales en vez de los subterráneos.

Si bien es cierto que el agua embotellada tiene una mayor calidad que algunas -no todas- las aguas empleadas para abastecimiento urbano y rural, el precio de las misma es muy elevado. Según la ANAEDE, el sector facturó 900 millones de euros, lo que supone un precio medio del agua embotellada de 0.18 €/litro, y eso se debe a que España tiene el precio más bajo de la Unión Europea en agua embotellada. Resulta evidente que este no es el precio que el consumidor paga, debemos añadir a los intermediarios, impuestos, etc. Pero es obvio que el precio es muy superior al de la red de distribución de agua potable (de media se pagan, en total, menos de 2 €/m3, es decir, 0.002 €/litro, ¡casi 100 veces más!).

Mapa de la dureza del agua (izq.) y de las explotaciones de agua embotellada (dcha.)

El consumo de agua embotellada está directamente relacionado con la calidad del agua que sale por nuestros grifos. La dureza del agua puede suponer, para el cuerpo humano, una serie de problemas derivados de la cantidad de minerales que esta contiene y que nuestro cuerpo no es capaz de procesar. Esta forma de pensar -o de vender este producto- pone en entredicho la capacidad técnica y material de las estaciones de potabilización (ETAP), pues si el agua no cumpliese los estándares de calidad, el agua no tendría la etiqueta de potable y no sería apta para el consumo humano.

Existen otros problemas derivados de la explotación de recursos hídricos para su procesamiento industrial y que, a nuestro entender, son la base de la problemática del consumo de agua embotellada. Los 5 mil millones de litros consumidos que hemos expuesto anteriormente, ¿de dónde provienen? Son recursos hídricos que han sido extraídos, principalmente, del subsuelo y que suponen la mayor fuente de agua potable del mundo. La explotación de los acuíferos afecta en gran medida al estado y calidad de las aguas superficiales, pues muchos ríos se nutren de ellos en épocas de estiage y los recargan en épocas de abundancia. Se trata de un pez que se muerde la cola. La mala calidad de las aguas superficiales, provoca que la potabilización sea más cara y tenga peor gusto -utilización de gran cantidad de productos químicos-, lo que aumenta el consumo de agua envasada y, por consiguiente, una gran reducción de la aportación de agua de gran calidad de nuestros sistemas hídricos superficiales. Esto contrasta con las exigencias de la DMA que, en ocasiones, no se cumplen.

La producción de agua embotellada tiene otro tipo de consumos, como el plástico y el propio agua, y además la producción de toneladas de CO2 (que intentaremos tratar en próximos artículos).

Finalmente, debemos reflexionar si merece la pena consumir agua embotellada y si los gobiernos deben seguir otorgando licencias -incluso ampliarlas- para la explotación de recursos hídricos a entidades privadas. Si no se permitiese este tipo de industria, la calidad del agua sería, en términos generales, mucho mejor, permitiendo la recuperación de los niveles piezométricos naturales de los acuíferos, mejorando la calidad de las aguas y el hábitat fluvial.

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