Historia hidrográfica de Barcelona (II)


Continuamos con esta saga sobre la historia hidrográfica de Barcelona adentrándonos a un periodo intermedio, desde la era colonial romana hasta la expansión de la ciudad en el s. XIX. En este periodo los asentamientos se consolidaron, pero sobre todo la incipiente ciudad romana de Barcino (que en esa época estaba a la sombra de Tarraco, la actual Tarragona).

Croquis de la ubicación de Barcino en el s. I a.C. (fuente: bereshitbcn).

El Monte Táber

La civilización romana centró gran parte de su vida y actividad alrededor del agua. Para poder "disfrutarla", tuvieron que ingeniárselas para vivir cerca -sin agua no hay vida-, pero a la vez alejados de los problemas que podían ocasionar (enfermedades, inundaciones, etc.).

Al llegar a esta zona y ver su potencial agrícola (la planicie de Barcelona era un campo "sin" explotar), decidieron quedarse. Pero la ubicación planteaba serios problemas de drenaje: torrentes y marismas; y era precisamente el drenaje urbano el que garantizaba la prosperidad de una colonia romana.

Posiblemente fue la necesidad de evacuar las aguas residuales con rapidez, unida a la necesidad de protección, la que propició la elección del Monte Táber en pos de otros promontorios. Hacer llegar el agua no suponía un problema para los romanos...

Orografía de Barcino (fuente: Aj. Barcelona).

Así, desde un punto elevado, con campo que cultivar, y la proximidad del Mare Nostrum para construir un puerto, la ciudad de Barcino floreció evitando malos olores e inundaciones.

¡Abajo las murallas... y arriba la nuevas!

La Barcelona medieval ya no entraba en las murallas romanas, y comenzó a expandirse extramuros con lo peligroso que eso podía llegar a ser. Así que decidieron tirarlas abajo... ¡y construir unas nuevas! Éstas, algo más alejadas, se comenzaron a topar con los problemas que -precisamente- romanos habían evitado construyendo en lo alto de un cerro: los torrentes.

Evolución de las murallas de Barcelona (fuente: jordifrancesch).

Como se observa en la animación anterior, la Barcelona romana estaba resguardada de torrentes y lagunas. Al expandirse hacia la vertiente noreste del Monte Táber, tuvieron que urbanizar en consecuencia, amoldándose a los cursos fluviales existentes y, seguramente, resignándose cuando llovía demasiado...

Al ver estos problemas, las nuevas murallas se construyeron -posiblemente- para proteger doblemente a los ciudadanos: contra los peligros de la época y las inundaciones. Así, comenzó la carrera para evitar los problemas asociados a inundaciones -y que todavía siguen-.

Primera ampliación de las murallas (fuente: jordifrancesch).

Con la primera ampliación de las murallas, bordearon -muy inteligentemente- la actual Ramblas e interrumpieron el paso de otros arroyos en la zona norte, desviando las aguas hacia la laguna que había en la actual Ciutadella. La segunda ampliación parece seguir el mismo criterio, pero esta vez hacia el oeste. Aquí tuvieron que ingeniárselas nuevamente y, en contra del urbanismo de la época, tuvieron que dejar espacio para el torrente que cruzaba la ciudad: el que pasa por la actual Las Ramblas. También cortaron otros arroyos que bajaban de Montjuïc, que morían en la zona deprimida próxima (donde actualmente se encuentra el monasterio de Sant Pau del Camp).


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