Clases de ríos (I): según el Rafting


¿Se puede clasificar un río? Pues sí, según muchas y muy diversas formas. En esta saga vamos a mostrar diferentes maneras de hacerlo en función, claro está, de nuestro interés. Por ello, estando en las fechas que estamos, vamos a comenzar por una de las formas -a mi entender- más divertidas: según el grado de dificultad para realizar rafting.


Antecedentes

La práctica de deportes acuáticos surge, como muchos otros deportes, de la actividad humana llevada al entretenimiento. Las personas ya empleaban los ríos para viajar y transportar materiales, como hacían los raiers con los árboles talados de los Pirineos (o ganchero como se le conoce en otras partes de la Península).

Raiers descendiento la Noguera Pallaresa (fuente: catalunya.com)

No es hasta los años 50 del pasado siglo que surge el descenso de ríos como actividad de ocio. Era un descenso sobre balsas (raft) de madera bastante toscas, que se limitaba a ríos poco bravos y servía como forma alternativa para ganar dinero. Su popularización lo ha llevado a ser deporte olímpico, con diversas y muy variadas disciplinas que tienen como denominador común el descenso de un río.

Grado de dificultad

Con el fin de realizar esta actividad de ocio de forma segura, ya desde sus inicios se fueron clasificando los tramos de ríos donde se practica el rafting según su grado de dificultad al navegarlos. Inicialmente aplicada a ríos norteamericanos, los criterios se han homogeneizado e internacionalizado, y por lo que son mundialmente aplicados en la actualidad. La clasificación consiste en 6 clases, que van incrementándose según la dificultad al navegar, y que son:

  • Clase I. Curso de río sin dificultades, las ondulaciones y la turbulencia son pequeñas o despreciables, y los obstáculos son fácilmente reconocibles y franqueables. Correspondería a un nivel muy fácil, apto para una primera toma de contacto.
  • Clase II. Aguas más turbulentas y con ondulaciones de la superficie del agua mayores. No existe riesgo para el navegante. Correspondería a un nivel fácil, apto para principiantes que quieren introducirse en descenso de ríos.
  • Clase III. Inicio de las "aguas bravas", con mayor presencia, frecuencia y magnitud de las ondulaciones de la superficie del agua. Se requiere de maniobras para evitar obstáculos. Manejar la embarcación requiere cierta experiencia. Correspondería a un nivel intermedio, apto para principiantes con cierto nivel de experiencia.
  • Clase IV. En este punto se añade la presencia de saltos de cierta envergadura (cascadas) y el paso a través de zonas estrechas. Pueden entrar grandes cantidades de agua en la embarcación. Manejar la embarcación requiere experiencia, sobre todo por la complejidad técnica. Correspondería a un nivel difícil.
  • Clase V. Los rápidos son muy violentos, extremadamente grandes y poco predecibles. El agua puede ocultar obstáculos bajo ella, además de generar pasos muy estrechos, complejos y físicamente exigentes. Correspondería a un nivel experto con un alto grado de conocimiento del río.
  • Clase VI. La última categoría corresponde a zonas sin explorar por su violencia. No son navegables en condiciones de seguridad.
Descenso del río Zambeze (fuente: rafting10.com)

Dentro de cada una de estas clases existe la subclase "+" y "-", que denotan cierto grado de dificultad mayor (+) o menor (-) dentro de dicha clase. Asimismo, en la Clase 5 se pueden incluir subclases para cada tipo de zona o rápido, siendo de carácter numérico (5.1, 5.2, 5.3, etc.) y crecientes en el nivel de dificultad. Además, los tramos de río Clase VI pueden pasar a ser una clase menor (5.x) después de haber realizado una inspección meticulosa y de haber descendido en numerosas ocasiones por el cauce.

Según esta clasificación existiría, pues, otra clase, la denominada como "Aguas planas". Esta sería, por extensión, la que cubre los cuerpos de agua cuya superficie sea prácticamente plana, como por ejemplo un lago, un embalse o un río en un curso meandriforme.

La hidráulica que hay detrás...

Estos amantes del descenso de ríos buscan cursos de ríos caudalosos, cuya geomorfología ayude a generar cambios de régimen y efectos de macro-rugosidad, pero sobre todo, que el flujo sea muy turbulento en su conjunto conjunto, es decir, caótico.

De este modo se obtienen cauces de aguas relativamente rápidas, con cambios bruscos en la dirección del agua (sobre todo en la vertical), que "ayudan" a que el elemento que desciende (una balsa con personas) adquiera un comportamiento caótico girando sobre su eje, chocando contra resaltos hidráulicos y saltando sobre la superficie del agua. Algo muy seguro, mires por donde lo mires...

Por eso, antes de meteros en el agua, mejor conocer qué clase de río es. La seguridad es lo primero...


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