De ayer a hoy (IV): Dictadura y democracia


Dejando atrás el convulso primer tercio del siglo XX, nos adentramos en uno de los períodos más fructíferos de la ingeniería hidráulica estatal. Las leyes y planes anteriores sirvieron para definir las bases de una planificación hídrica a nivel territorial. Los escasos recursos, y la todavía joven técnica de construcción de presas, hizo que se demoraran algunos años más la consecución de la estructura hídrica tal y como la conocemos ahora.

Contexto histórico

La renuncia del Dictador Primo de Rivera dejó al país en una situación crítica. La proclamación de la II República propició grandes cambios políticos, sociales y económicos. Los planes regeneracionistas tenían que evitar revueltas en el campo y el alzamiento militar (así como un proceso de mejora, modernización y fidedignación hacia la República). Así mismo, en poco tiempo tenía que dar marco legal a todas las reformas que pretendía impulsar (de este modo salió adelante el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933).

Estado de las obras hidráulicas en 1933 (fuente: desconocida)

Todas las medidas que se llevaron a cabo tuvieron -como no- la ferviente oposición de la Iglesia y del Ejército, sobre todo en cuestiones relacionadas la comunión Iglesia-Estado y con la unidad de la patria. A todo ello se le unieron revueltas sociales por parte de los sindicatos, que pensaban que el proceso iba demasiado lento. Ante este panorama, la fuerza militar decidió entrar en acción. El General Franco se subleva y comienza la lucha entre hermanos (la Guerra Civil, 1936-1939).

Tras la victoria del General, con un país destrozado y dividido, el Dictador comenzó su periplo (1939-1975) y en el que trató de reformar el país, pero los primeros años no fueron fáciles. La economía era de subsistencia y el estallido de la II Guerra Mundial no benefició en absoluto, aunque la postura del Dictador para con los movimientos europeos sí que supuso ciertas ventajas.

Convencidos de la autosuficiencia del territorio, se impuso un sistema autárquico. El desequilibrio económico y la escasez de alimentos fue un gran problema. Internacionalmente crecían las voces en pro de una democratización, sobre todo después de la caída del fascismo tras la derrota de Hitler.

La política autárquica del General en base a pantanos (fuente: desconocida)

Hacia el final de la Dictadura, la entrada de los tecnócratas en el gobierno hizo que el país saliese, económicamente, del hoyo en el que se había metido. La liberalización del mercado, una economía incipiente basada en la agricultura y la implantación de nuevas empresas favoreció el crecimiento económico y de las ciudades, que cada vez atraían más gente.

La muerte del Dictador y la proclamación del Rey Juan Carlos I como jefe del estado, llevaron a España a un nuevo periodo de democracia lleno de cambios y esperanzas. La apertura internacional del territorio, llevó a un nuevo nivel el sector terciario. La construcción se postuló como el gran motor de la economía.

Una imagen de transición... (fuente: desconocida)

Reforma hidráulica

A pesar de todo lo malo que pudo traer consigo la Dictadura del General Franco, no existe oposición en afirmar que ese fue uno de los periodos más fructíferos de la historia hidráulica del territorio. En él se llevaron a cabo dos de los hitos de las obras de regulación y distribución hidráulica: los Canales el Taibilla y el Trasvase Tajo-Segura. Pero nada más lejos de la realidad pues lo que hizo el Régimen fue aplicar los que planes anteriores definieron.

La construcción de grandes embalses se convirtió en “la cara bonita” de la Dictadura (también tubo cosas malas, tal y como os contamos aquí en "Los embalses desde otro punto de vista" y en "Grandes riadas IV: Ribadelago"). A finales de la década de los años 50 del siglo pasado, se contaba con más de 50.000 hm3 (60 años más tarde se incrementó esa cantidad en tan solo 6.000 hm3 más de capacidad). Concebidos en gran parte para la implantación del nuevo sistema eléctrico (dentro del plan de autarquía), no tenemos que olvidar que estas obras de regulación modificaron, ferozmente, los regímenes fluviales de muchos de los ríos, llegando al extremo de invertirlos (desembalse en época estival).


No obstante, cabe resaltar que la mayoría de los embalses de carácter hiperanual (aquellos que son capaces de almacenar más agua de la que genera la cuenca en un año) solo fueron creados con fines hidroeléctricos y no de almacenamiento de agua, cosa que está ligada a una presa (a mayor altura de presa, mayor es la potencia eléctrica obtenida y ello implica más agua almacenada por unidad de altura).

Por otro lado, la superficie regada se duplicó en tan solo sesenta-y-cinco años. No solo por los pantanos sino también por la explotación de las aguas del subsuelo que, como auguró Joaquín Costa, debían ser aprovechadas de manera casi obligada para aumentar la cantidad de agua disponible una vez la técnica lo permitiese en grandes cantidades.

Tal aprovechamiento ha llegado al punto de sobreexplotar los recursos hasta el punto de ser totalmente insostenibles y, aun cesando, tardarían siglos en recuperarse totalmente (es el caso de la Sierra de Crevillente, Alicante, donde el nivel freático se sitúa 600 m por debajo del normal). Esta explotación intensiva de las aguas subterráneas ha llevado a que la intrusión marina afecte, muy gravemente, a los acuíferos del levante español en forma de salinización de sus aguas.

Manifestaciones, como las de Emilio Custodio, dejan al descubierto la gravedad de la situación y los problemas que derivan de ella:
“[…] la mezcla [de agua dulce] con aguas saladas es una verdadera contaminación, y una de sus formas más insidiosa y frecuente en las áreas costeras, ya que es capaz de degradar y aun de inutilizar grandes volúmenes de agua, y el acuífero. Basta un 2% de agua marina para producir un agua subterránea con serio reparos para su potabilidad y afectar a su calidad agrícola o usos industriales. A inutilizarla para la mayoría de los usos basta con un 5%
El tratamiento de dichos problemas, como es evidente, no era de prever en la longeva Ley de Aguas de 13 de junio de 1879. Por ello, y después de la dictadura del General Francisco Franco, cabía esperar la formulación de un nuevo reglamento que regulase y estableciese los criterios de explotación de los recursos hídricos del territorio.

Así pues, el 2 de agosto de 1985 se aprobó la nueva Ley de Aguas en la que se acometió, ya en el Preámbulo, contra las deficiencias (inesperadas) de la antigua ley y de los problemas surgidos por la sobreexplotación de los recursos.

Evolución del número de presas (fuente: CEDEX)

Añadamos que la nueva ley, luego de definir el dominio público hidráulico del Estado y regular la administración pública del agua en sus dos primeros títulos, dedica el tercero de ellos a la planificación hidrológica, desarrollado por el Real Decreto de 29 de julio de 1988 que aprueba el Reglamento de la Administración Pública del Agua y de la Planificación Hidrológica.


***


Posts de esta saga son:


No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.