Del río a la botella (III)


Querid@s lector@s, con la tercera parte de esta saga vamos a adentrarnos un poco más en la problemática del agua embotellada. Este post nace a raíz de un -desafortunado- acontecimiento en mi lugar de trabajo, y es que es muy común que la empresas en la que trabajéis adquiera agua embotellada para uso y disfrute de sus trabajadores.

Habréis visto, leído u oído que una empresa -la cual no citaré, entre otras, por no hacerle publicidad- ha tenido un episodio de contaminación en un manantial que estaba explotando. Esto ha tenido una serie de consecuencias para sus usuarios y, como era de esperar, para la propia empresa. Este "descuido" ha puesto de manifiesto la laxitud de los controles que se realizan en el agua embotellada, sino ¿cómo se explica este episodio de contaminación?

En el Jardín del Edén (fuente: pintura de Jan Brueghel the Elder and Pieter Paul Rubens)

En el etiquetado se suelen mostrar algunos -muy pocos- parámetros físico-químicos, pero no aparecen en ninguna -o casi ninguna- parámetros biológicos del agua. ¿Realmente se cumplen los estándares? Según la legislación vigente, no se debe permitir ningún tipo de contaminación biológica para el agua embotellada (tampoco para el agua potable de la red de dsitribución). Algunos etiquetados hacen referencia al laboratorio que ha hecho el análisis, otros ni si quiera lo especifican, pero aún así el consumidor desconoce:

  • Si se ha llevado a cabo en las condiciones apropiadas, ya que existen grandes intereses comerciales para dotar a un agua embotellada una categoría específica (normalmente alta o de "mayor calidad").
  • Qué tipo de análisis se han llevado a cabo. ¿Se realizan análisis biológicos?
  • El año del análisis, puesto que es natural que las propiedades del punto de captación varien en función de las lluvias, niveles de explotación, etc.

Este episodio de contaminación fue producido por una fuente de contaminación fecal (elementos biológicos). Diversas fuentes apuntan a una contaminación por aguas fecales humanas (norovirus), pero cabe recordar que todos los mamíferos excretamos nuestros desechos por esta vía y, por tanto, cualquier consumo de agua contaminada por heces de animales puede causar una intoxicación parecida.

Resulta interesante preguntarse cómo ha podido llegar hasta allí este tipo de contaminación, sobre todo de tipo humano. Es normal que se encuentren altas concentraciones de este tipo de virus, y otros de índole similar, en zonas de montaña por la presencia de animales salvajes y ganado. Aunque es un proceso natural que estos animales hagan sus necesidades en el monte, suele ser bastante común presentar síntomas de infección gastrointestinal cuando bebemos agua "no tratada" de las fuentes naturales. Es precisamente en esos lugares donde se explotan los recursos hídricos por empresas embotelladoras de agua.

Vacas paciendo encima de uno de los acuíferos más explotados de Cataluña

Por tanto, que un agua esté embotellada no quiere decir que sea buena o de mejor calidad que el agua del grifo. ¿Por qué esta afirmación tan rotunda? Es un argumento que se sustenta por sí solo. La legislación vigente es algo turbia, sobre todo en términos de concesiones sobre la explotación de los recursos hídricos para el embotellamiento de agua (Artículo 2 y 3 del Real Decreto 1798/2010).

Por otro lado, resulta muy difícil conocer la cantidad de agua que las empresas embotelladoras captan (algunas sí que ponen cifras más o menos orientativas, pero se cuentan con los dedos de una mano). También resulta muy difícil conocer con exactitud el tipo de análisis que se realiza a las aguas embotelladas, pero debemos fiarnos que si está embotellada, será buena. O no...


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