Nuestro peor enemigo, ¿los bosques?
Cuando se plantean conceptos como la gestión de los recursos hídricos, debemos tener muy presente de dónde provienen, dónde se recogen y almacenan, cómo se hace y para qué usos se destinarán. En este pequeño artículo queremos destacar la importancia que ha tenido la humanidad en la merma de recursos hídricos durante las últimas décadas y no precisamente por su participación, sino por la falta de ello.
Por todos es sabido que los efectos del cambio climático nos afectan de manera global, con precipitaciones más intensas (que no quiere decir más abundantes o con mayor volumen), peor distribuidas tanto espacial como temporalmente y que han tenido, tienen y, lamentablemente, tendrán efectos negativos sobre la cantidad de agua disponible. Pero existen otro tipo de "amenazas" que hacen que los recursos hídricos, y concretamente las aguas superficiales, se hayan visto reducidos en gran medida. La falta de actividad humana en algunas zonas de la geografía ha provocado el aumento de la vegetación y, consecuentemente, un incremento de la evapotranspiración, intercepción y posterior evaporación de grandes cantidades de agua de lluvia. A estos procesos hidrológicamente se les conoce como pérdidas.
Para ilustrar este fenómeno utilizaremos, a modo de ejemplo, el caso del río Ter. El río Ter es el segundo río más caudaloso de Cataluña (después del Ebro) con una aportación bruta media de 816 hm3/año (Fuente ACA con todos sus afluentes y sin tener el cuenta abstracciones), y el segundo también en extensión de la cuenca con 3010,5 km2 (detrás del Llobregat) y el más largo de todos los que nacen o transcurren por Cataluña, con 208 Km. La cuenca del Ter se caracteriza por ser, entre otras, una cuenca muy encajada pues desde su nacimiento, en Los Pirineos (Ulldeter, Setcases), hasta su desembocadura lo hace por valles relativamente estrechos (menos de 100 km de ancho), muy cerca de altas cordilleras y muy sensible a los episodios de sequía y de falta de nieve.
Cuencas internas de Cataluña (Fuente: ACA) |
Una vez presentadas las características de la cuenca, debemos indicar que se trata de un río altamente regulado, no por la cantidad sino por la capacidad de sus reservorios. Los dos principales embalses son Sau (165 hm3) y Susqueda (233 hm3), siendo el segundo el lugar de captación de agua para la región metropolitana de Barcelona. Entre ambos suponen el 53 % de la capacidad de almacenaje de las Cuencas Internas de Cataluña (CIC), pero solo son capaces de regular el 70 % de la aportación de la cuenca (desde su nacimiento hasta el pantano de Susqueda).
Otro punto a destacar es que, como hemos comentado anteriormente, se trata de una cuenca relativamente abrupta y, además, alejada de grandes núcleos urbanos antes de llegar a Girona. Si a ello añadimos la migración campo-ciudad, con la práctica extinción de la explotación de los recursos materiales y mineros durante el pasado siglo, ha provocado una recuperación paulatina pero imparable del medio natural. Este hecho supone, a priori, un beneficio para el conjunto de la ecosistema, un incremento de la biodiversidad y la recuperación de espacios muy degradados por el hombre. Nada más lejos de la realidad, pues un crecimiento desmedido de la vegetación puede tener consecuencias nefastas para los recursos hídricos de una cuenca ya que esa nueva masa boscosa, muy densa, puede ser susceptible de ser quemada y, lo que es más importante, de convertirse en el mayor consumidor de agua de la cuenca.
Evolución del caudal aportado en Sau (Fuente: J. Dolç, FLUMEN) |
Desde mediados de los años 60 hasta el primer lustro del siglo XXI, el caudal de entrada en el embalse de Sau (el primero de los tres existentes) se ha reducido en promedio en un 43.8 %. Y la causa principal es el incremento de la vegetación en toda la cuenca.
Pantano de Sau, 1993 (Fuente: ICC)
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Pantano de Sau, 2012 (Fuente: ICC) |
Es por eso que la falta de actividad humana está provocando, irónicamente en este caso, una merma en la disponibilidad de recursos hídricos no solo para las personas, sino también para el mantenimiento del ecosistema aguas abajo del mismo. Ello ha avivado el conflicto entre las tierras gerundenses y barcelonesas en pos de la garantía de agua para el río y los regantes de la zona.
Otro ejemplo también aplicable con ciertos matices a esta situación, es la vivida por el río Ebro. Su caudal también se ha visto reducido en un 50 % desde mediados del siglo pasado. La principal diferencia es el incremento de regadíos que se han implantado en su cuenca, lo que provoca que la evapotranspiración e interceptación por la vegetación pase a un segundo plano. En este caso, el aumento de masas boscosas se ha producido en las cabeceras del Ebro y de sus principales afluentes.
Evolución del caudal aportado en el Delta del Ebro (Fuente: J. Dolç, FLUMEN) |
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